El papa Francisco ha fallecido este lunes a los 88 años, tras más de un mes ingresado en el hospital Policlínico Gemelli de Roma por una infección respiratoria que, finalmente, no ha podido superar. Con su muerte concluyen doce años de un pontificado que pasará a la historia no sólo por ser el primero liderado por un hispanoamericano, sino también por haber convivido con un papa emérito —el alemán Benedicto XVI— en un hecho insólito en la Iglesia desde hace siglos.
Jorge Mario Bergoglio fallece apenas un día después de impartir su última bendición urbi et orbi, lucidez que, según el Vaticano, mantuvo hasta sus últimas horas. A pesar de haber mostrado señales de mejoría inicial tras su ingreso, el pontífice argentino sufrió dos episodios recientes de insuficiencia respiratoria aguda, provocados por una «importante acumulación de mucosidad endobronquial». Esta complicación derivó en un nuevo «broncoespasmo» que requirió dos broncoscopias y ventilación mecánica «no invasiva».
No era la primera vez que Francisco enfrentaba problemas graves de salud. En 2021 fue sometido a una operación quirúrgica para extirpar parte del colon, y en 2019 se le practicó una intervención ocular por cataratas. Aunque estas dolencias no detuvieron su actividad papal, lo cierto es que su salud se fue debilitando progresivamente en los últimos años.
El Vaticano inicia ahora una nueva etapa. Tendrá que organizar las exequias del pontífice fallecido y activar los mecanismos necesarios para convocar al Cónclave, del que saldrá el nuevo sucesor de Pedro. Será una elección especialmente influida por el legado de Francisco, ya que la mayoría de los cardenales con derecho a voto fueron nombrados por él a lo largo de su pontificado.
Fuente de la información: La Gaceta de la Iberosfera